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Semblanza del Dr. Oscar Velasco Castrejón

Dra. Beatriz Rivas-Sánchez

Investigadora clínica independiente en medicina Integral. Cd. México, México

 

Historial del artículo

Recibido: 22 feb 2022

Aceptado: 17 mar 2022

Disponible en línea: 1 ene 2023

 

 

Copyright © 2023 por autores y Revista Biomédica.

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*Autor para correspondencia: Beatriz Rivas-Sánchez, Investigadora clínica independiente en consultorio médico de Medicina Integral.

Cd. México. México

E-mail: beatriz_rivas@hotmail.com

https://revistabiomedica.mx

 

  1.  

Oscar Velasco Castrejón, nació en Cihuatlán, Jalisco el 8 de agosto de 1938 y falleció en la Ciudad de México a la edad de 82 años, el 4 de agosto de 2021. Desde pequeño gustaba mucho de la lectura, pasaba horas enteras leyendo todo tipo de libros tal vez, decía él, para poder impresionar a su amor platónico de la niñez; hábito que practicó toda su vida y lo hizo conocedor de temas muy diversos. Se casó con Cecilia Montante, socióloga y catedrática de la UNAM, con quien tuvo a sus tres hijas, de las que estaba muy orgulloso.

Llegó al Distrito Federal a los 12 años donde continuó sus estudios. Ingresó en 1958 a la facultad de Medicina, UNAM; en el tercer año conoció a Francisco Biagi, quien lo invitó a trabajar en su laboratorio del Departamento de Microbiología y Parasitología y donde tuvo su primer encuentro con la leishmaniosis, enfermedad que lo apasionó toda su vida. Participó en un estudio en Felipe Carrillo Puerto, Q. Roo cuyo objetivo fue realizar el diagnóstico clínico y de laboratorio y probar el tratamiento con calomar en pacientes con leishmaniosis cutánea (LC), realizar la búsqueda de reservorios, determinar las especies y la actividad horaria de los transmisores por captura con trampas luminosas y con cebo humano en estudiantes voluntarios, aunque ninguno enfermó, el 25% se volvió reactivo a la prueba de Montenegro; se capturaron los transmisores P. shanoni y P. cruciatus. Este trabajo lo presentó como tema de tesis en 1965 con el título: “Nuevas observaciones sobre la Leishmaniasis cutánea en México”. Continúo estudiándola y, en uno de sus viajes, se infectó, desarrollando una úlcera en el cuello, la que dejó evolucionar durante meses antes de resolverla con tratamiento.

De 1965-1967, realizó el Curso “Formación de Profesores e Investigadores para la UNAM en el área de Parasitología y Micología Médica”, organizado por Ignacio Chávez, entonces, Rector de la UNAM, con la promesa de que sería contratado como profesor de tiempo completo (TC). A la par comenzó sus estudios de Maestría en Ciencias Médicas, grado que obtuvo años después. Desafortunadamente, Chávez fue removido de su cargo y el curso no fue reconocido por la nueva autoridad de la UNAM, quedando desempleado.

Aceptó una plaza en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) como Profesor de parasitología y micología e Investigador de TC en el Instituto de Ciencias Biológicas, donde realizó investigaciones sobre esporotricosis y enfermedad de Chagas. Al ingresar a la UAG, se encontró con una academia muy conservadora, que iba en contra de sus ideales y, en protesta a los cánones moralistas de la UAG, se dejó crecer el mostacho que lo caracterizó el resto de su vida (Figura 1). Dos años después, regresó a la Ciudad de México y se reintegró al departamento de Microbiología y Parasitología, como profesor de las materias de Parasitología y Micología, las que impartió, año tras año, hasta su jubilación en 2010. En 1969, ingresó al Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET) de la Secretaría de Salud (SS), como investigador, donde atendió pacientes con múltiples enfermedades, principalmente, parasitarias y micóticas emprendiendo la odisea que lo convirtió en Experto en Medicina Tropical.

 

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Figura 1. Oscar Velasco con su característico mostacho y carismática sonrisa.

Velasco, realizó investigación clínica y de laboratorio sobre esporotricosis, histoplasmosis, coccidiodomicosis, Tinea imbricata, Tinea pedis y otras micosis. Le apasionaba tanto investigar que llegó al grado de inocularse el mismo, Tinea pedis, para seguir la evolución de la enfermedad y así, probar la eficacia de diversos antimicóticos. En 1969, describió los primeros casos de paracoccidiodomicosis y aracnidismo necrótico en México.

A principios de los 70´s apoyó a Sergio Estrada Parra en la preparación de factor de transferencia (FT) específico para el tratamiento de pacientes con coccidioidomicosis con gran éxito, motivo por el cual continúo utilizando el FT en diferentes etiologías infecciosas, crónico degenerativas, metabólicas y neoplásicas con excelentes resultados. Atendió pacientes accidentados por picadura de víbora y alacrán, mordedura de monstruo de Gila y otros animales ponzoñosos, adquiriendo gran experiencia. Se le reconoció como experto y fue asesor en el tratamiento de accidentes por picadura o mordedura de animales venenosos y uso de los faboterápicos antiviperino y antialacrán por el Instituto Nacional de Higiene (actualmente BIRMEX) y Cofepris.

Participó en campañas de control y prevención de oncocercosis y otras enfermedades involucrándose activamente en el estudio de leishmaniosis y enfermedad de Chagas. Con respecto a ésta, tuvo muchas confrontaciones con algunos gobernadores quienes, incrédulos de la existencia de Chagas en sus estados, negaron la veracidad de los trabajos de Velasco.

Trabajó arduamente en estudios clínicos sobre quiste hidatídico y montó la prueba intradérmica de Cassoni para su diagnóstico.

De 1980-1982 trabajó en la Dirección General de Epidemiología (DGE) en el área de zoonosis y enfermedades transmisibles. Durante este periodo, intervino en un gran brote de fiebre de las Montañas Rocallosas en la región Lagunera. Estudió múltiples brotes de Histoplasmosis en mineros y geólogos que trabajaban en la explotación de las viejas minas de oro y plata que estaban abandonadas. Por la gran ayuda recibida, el Consejo de Recursos Minerales le otorgó un reconocimiento en 1984. Realizó diversos estudios de campo sobre histoplasmosis, en uno de ellos, trabajando en una casa abandonada cerca de la zona minera de Querétaro se infectó, desarrollando la forma grave de la enfermedad con riesgo de compromiso cerebral, afortunadamente, respondió al tratamiento satisfactoriamente.

En 1982, regresó al ISET donde apoyó a Clemente Robles (primer neurocirujano en México) trabajando en la clínica y tratamiento de la neurocisticercosis. Continuó estudiando la LC Localizada (LCL) y LC difusa (LCD), describió el primer caso de Chagas diagnosticado por xenodiagnóstico (1984), investigó quiste hidatídico, toxoplasmosis, triquinosis, tungiasis. Trató casos de malaria resistentes al tratamiento en mexicanos y extranjeros, en su mayoría, provenientes de África y otras enfermedades exóticas como esquistosomiasis, loiasis, un caso de enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana y paragonimiasis.

En 1985, hubo un brote muy importante de aparente paludismo crónico en el sur del país, después de estudiarlo descartó ese diagnóstico. Realizó múltiples pruebas y llegó al diagnóstico de leptospirosis crónica (Lep-C), lo que marcó un inicio en el estudio de esta enfermedad que, además de leishmaniosis, apasionó a Velasco hasta su muerte.

En ese año, la SS reestructuró al ISET para apoyar los programas de vigilancia epidemiológica con el desarrollo y ejecución de técnicas eficientes de diagnóstico y referencia por lo que se desmanteló el hospital. Velasco quedó a cargo del Departamento de Parasitología, Micología y Entomología; continuó atendiendo pacientes y con el estudio de las enfermedades tropicales; mejoró las técnicas diagnósticas y el tratamiento; además estudió enterobiasis, parásitos oportunistas, geohelmintiasis, gnatostomiasis, lagochilascariasis y algunos casos de enfermedad de Lyme provenientes de los Países Bajos. Impartió diversos cursos de capacitación sobre parasitología, micología, entomología y medicina tropical, realizó y participó en diversos talleres y reuniones nacionales e internacionales sobre prevención y control de enfermedades.

En 1989, el ISET cambió de nombre por Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE).

A finales de los ochentas publicó la presencia de L. braziliensis en México, estudios sobre LCD y visceromegalia digestiva por T. cruzi en México. Participó activamente en las encuestas seroepidemiológicas de toxoplasmosis y enfermedad de Chagas que fueron publicadas en 1991. También realizó la de Leishmaniasis, la que no fue publicada debido a desavenencias entre los participantes.

En 1992 creó el Laboratorio de Leishmaniasis en el que realizó diversos estudios. Aisló y caracterizó, por primera vez, por zimodemos y serodemas a L. chagasi como agente etiológico del Kala azar en México. Armó un cepario de Leismania sp, en su mayoría L. mexicana, aisladas de pacientes y perros de varios estados del país. También hizo una descripción de la LC pseudodifusa como una entidad nosológica diferente de la LCL y LCD producida por L. (L.) mexicana.

En 1994 surgió el movimiento zapatista en Chiapas, lo que obligó a muchos pobladores a huir hacia la selva, zonas de transmisión de leishmaniosis. Velasco sabía que los guerrilleros de Centro y Sudamérica se escondían en la selva, adquirían la enfermedad y quedaban con cicatrices que se convertían en estigmas sociales que ponían en riesgo su vida. Preocupado por lo que pudiera pasarles a los desplazados chiapanecos, viajó en anonimato a la zona del conflicto para dar tratamiento temprano a los infectados.

En ese año, Jesús Kumate, Secretario de Salud, autorizó un estudio de tratamiento de la LC con un equipo de termocirugía (Thermosurgery®). Se trataron 201 pacientes con una curación del 90 % a un bajo costo. Debido a la alta eficacia encontrada, Kumate autorizó la compra de 9 equipos para el tratamiento de leishmaniosis. Esta terapia está recomendada por la OMS como primer tratamiento de elección de LCL en zonas endémicas. A la par, realizó una encuesta sobre la infección por T. cruzi en hemodonadores mexicanos, avalada por el TDR y la OPS, cuyos resultados hicieron que la SS declarara obligatorio el tamizaje serológico para la detección de este parásito en México. También describió el primer caso congénito de Chagas en el país (1998).

Participó activamente en el tratamiento simultaneo de helmintiasis con gran éxito (1998), trabajo que ganó el 2º lugar nacional, en el área de investigación en Salud Pública y Ciencias Sociales, en 2002.

Velasco tuvo diversos reconocimientos y premios. En 1994 ingresó al Sistema Nacional de Investigadores como Nivel II, en 1996 ingresó como Investigador titular C de los Institutos Nacionales de Salud de la SS, reclasificándose como Investigador F de la Coordinación de los Institutos Nacionales de Salud en 2004.

En 1991 enfermó de Leptospirosis aguda que evolucionó a la cronicidad, creándole problemas diversos de salud y de la que, entre subidas y recaídas, se recuperó a finales de los 90´s con el uso de una vacuna pragmática contra L. interrogans. En 1997, cansado de su enfermedad se trató con altas dosis de penicilina, sufrió un choque anafiláctico con infartos múltiples, lo que le hizo considerar su jubilación. En 1998, Ana Flisser, dio a conocer anticipadamente su retiro en una reunión nacional de la SS.

Un mes después fue contratado como profesor e investigador para trabajar en el Departamento de Medicina Experimental (UME), facultad de Medicina, UNAM, ubicado en el interior del Hospital General de México (HGM) con el fin de fortalecer el estudio de la leishmaniosis. Al mismo tiempo Alejandro Cravioto, director de la facultad de Medicina, le pidió que, en coordinación con el HGM, montara la Clínica de medicina tropical la que comenzó actividades de forma inmediata. También el HGM lo reconoció como investigador titular.

En esta etapa continuó el estudio de la leishmaniosis y otras enfermedades tropicales. Comenzó la investigación formal de la Lep-C trabajando fuertemente para demostrar su existencia a nivel nacional e internacional. Una labor muy difícil ya que existen muchos detractores que se oponen a creer en su existencia. Sin embargo, con el trabajo constante y dedicado, poco a poco fue avanzando, ganando terreno en la demostración de esta fase.

La SS reconoció su trabajo, a través de Roberto Tapia y Oscar Velázquez, quienes comenzaron a apoyarlo, lamentablemente, por el cambio de gobierno del 2000 y el fallecimiento de Velázquez, la SS le retiró el apoyo.

En 2004, Héctor Rivera lo invitó a presentar su trabajo en la Academia Nacional de Medicina e intercedió ante José Narro, para publicar el capítulo “Leptospirosis crónica en México” en el libro “Diagnóstico y tratamiento en la Práctica Médica”.

Velasco participó en varias reuniones internacionales presentando sus avances sobre leptospirosis. De 2002-2005 logró el aislamiento de L. interrogans a partir de pacientes con Lep-C, los que caracterizó Rudy Harstkeerl, jefe del laboratorio de referencia de leptospirosis para la OMS y la FAO, como L. i. serovar Pomona, una evidencia contundente con la que recibió la aprobación de Hertskeerl sobre la existencia de esta forma de la enfermedad.

En 2008, Velasco fue invitado a dar la conferencia: “Leptospirosis crónica” durante el “Coloquio Franco-Mexicano sobre enfermedades infecciosas”, como testimonio de su presentación el H. Ayuntamiento de Veracruz le otorgó el reconocimiento de “Visitante Distinguido de la Heroica Ciudad de Veracruz”.

Le gustaba visitar las zonas endémicas de las enfermedades, internarse en la selva, visitar lugares recónditos, su vida estuvo llena de aventuras; él contaba que, para llegar a las minas, era transportado en helicóptero que sobrevolaba la selva donde habitaban algunas guerrillas de la época así que, tenían que sentarse sobre cascos de acero para evitar ser herido en caso de que fueran balaceados (Figura 2.) Historias como éstas tenía muchísimas, las contaba con gracia y con gran entusiasmo. Siempre le gustó involucrarse en la enseñanza y formación de estudiantes, disfrutaba mucho impartir clases lo que le valió ser reconocido por la UNAM. También fue profesor en la facultad de Química, UNAM (1975-2003) y en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN (1980-1992). Dos de sus libros más valiosos son “Introducción a la Micología Médica” y “Parasitología Médica” que se convirtieron en libros de texto de las escuelas de Medicina del país.

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Figura 2. Oscar Velasco durante un viaje a las zonas mineras en los años ochenta.

Con el estudio de estas enfermedades, la publicación de más de 100 artículos nacionales e internacionales, 20 libros como autor y/o editor, 24 capítulos de libros, 75 tesis de licenciatura y especialidad, cinco a nivel maestría y ocho asesorías de doctorado, cientos de cursos y pláticas a nivel nacional e internacional, jurado calificador de proyectos de investigación, y revisor calificador de manuscritos de revistas nacionales e internacionales y diversos reconocimientos, Velasco se jubiló en 2010, alejándose de la vida académica y de la investigación institucional.

Continuó trabajando en su consultorio médico particular, dando un giro a su práctica médica hacia la medicina alternativa en búsqueda de mejores tratamientos para los pacientes con Lep-C, otras enfermedades crónico-degenerativas y neoplásicas.

En 2006, después de regresar de un viaje de campo en Tabasco, sufrió un infarto al corazón que marcó el inicio de una cardiopatía coronaria que lo llevó a la muerte años después.

En 2020, nuevamente se agravó, se le realizó un cateterismo muy complicado, que lo debilitó mucho. Durante su convalecencia se dejó crecer la barba la cual conservó como una señal de que sobrevivió (Figura 3).

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Figura 3. Oscar Velasco en su última etapa de vida en 2021.

Durante la pandemia de 2020-2021 trabajó arduamente en el tratamiento y prevención de Covid-19 curando a cientos de pacientes con FT. Previamente, recibió una invitación para publicar un libro sobre su experiencia en el uso del FT en diversas patologías, en el que incluyó Covid-19 y que logró terminar unas semanas antes de su fallecimiento.

Reflexiones finales.

Cuando tuve el honor de ser invitada a escribir sobre Oscar Velasco Castrejón, mis pensamientos, recuerdos e ideas revolotearon en mi cabeza por varios días (Figura 4), Velasco fue una persona llena de matices y carisma, avezado lector de todo tipo de material impreso. Todos los días leía el periódico La Jornada y el Esto, era un gran aficionado al futbol, apoyó a las Chivas de Guadalajara y al Equipo Nacional. Siempre que podía, invitaba a quien estuviera con él a disfrutar los partidos de estos dos equipos.

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Figura 4. Oscar Velasco y Beatriz Rivas festejando su cumpleaños número 70 en 2008.

Desde 1981 siendo estudiante de vocacional, me atrajo la medicina tropical cuando escuche de un brote de histoplasmosis en estudiantes de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, IPN. Comencé a trabajar con leishmania en 1986 y en 1991 Velasco me invitó a conformar el laboratorio de leishmaniosis en el INDRE y, por supuesto, acepté. Recuerdo los viajes a Tabasco, lo hacíamos en fin de semana. Comenzábamos a trabajar muy temprano, a las 8 am estábamos en alguna clínica u hospital para después hacer búsqueda activa de casos. Algunas veces los pacientes nos esperaban horas, cuando nos percatábamos ya era el atardecer. Velasco pedía comida, no solo para el equipo, sino también para las personas que esperaban pacientemente su turno, nos sentábamos en algún tronco, piedra o donde pudiéramos comer en convivencia con ellos. Regresábamos al hotel a las 8 de la noche para salir nuevamente una hora después, hacia las zonas de transmisión a capturar lutzomyias con trampas de luz y con cebo humano durante 4 o 5 horas, quedábamos exhaustos, eran viajes muy pesados, llenos de aventuras y realmente enriquecedores, no sólo veíamos leishmaniosis, sino también otro tipo de enfermedades. Con Velasco aprendí medicina tropical, aprendí la humildad del investigador clínico y el respeto que los pacientes se merecen.

Me introdujo al estudio de la Lep-C, cuando me pidió ayuda para elaborar la vacuna pragmática que le salvó la vida. Leptospira me pareció una bacteria muy interesante y así compartí con él la pasión por estas dos enfermedades: leishmaniosis y leptospirosis.

Cuando salió del INDRE, me fui a trabajar con él a la UME y en el consultorio particular. El 80 % del trabajo lo dedicamos al estudio de la leptospirosis, tocamos muchas puertas, tuvimos muchos logros, pero también fracasos. Teníamos planes muy ambiciosos, por un lado, empoderar medicina tropical y a la Lep-C, por otro, formar una clínica particular de medicina tropical y ayudar a mucha gente necesitada. Fueron 20 años en los que trabajamos juntos hasta que él decidió jubilarse, nuestros planes se truncaron. Me vi obligada a dejar el consultorio, fueron momentos muy difíciles. Durante los siguientes 11 años nos veíamos esporádicamente o hablábamos por teléfono reconciliando las malas decisiones. Hablamos de retomar algunas cosas que se quedaron en el tintero. En julio de 2021 me invitó a comer, platicamos de varios temas y quedamos de acelerar los pendientes que teníamos, me dijo que su muerte estaba cerca, me resistí a creerlo. Recuerdo el abrazo y el beso que me dio en la frente, fue muy especial, ahora entiendo que fue su forma de despedirse y de mostrarme que nuestra gran amistad logró sobrevivir a todas las adversidades.

De Velasco aún queda mucho por contar. Se entregó en cuerpo y alma a sus pacientes, a su profesión y, cito algunos párrafos de las cartas que escribieron sus hijas y dos testimonios más, con la que honramos la memoria de un padre, de un amigo y colaborador y que reflejan la parte humana del extraordinario galeno que fue.

“Pensar en mi papá me lleva a la gente, a las largas colas de pacientes de todas partes que traían gallinas, guajolotes, tortillas, panes, tlayudas o algo más que él llevaba a la casa. Y traían todo esto para agradecer que él antes, se había preocupado por ellos y los había atendido con paciencia, afecto y cuidado sin importar de dónde eran y si tenían dinero. De hecho, a él le gustaba viajar a lugares recónditos a curar personas e incluso llevó a la casa a quienes necesitaban reposar en un lugar con techo y comida para mejorar”

Astrid Velasco

“Con mi papá me gustaba ir a sus clases a la Facultad de Medicina, al Poli, a Tropicales a ver toda clase de enfermedades raras, ratones, cobayos y a donadores de sangre para el factor de transferencia; ver a los pacientes siempre agradecidos que, después, nos invitaban a sus casas en diferentes ranchos, pueblos y ciudades… También íbamos con él al trabajo de campo, de casa en casa, entrevistando personas y sacándole sangre a posibles enfermos. Siempre preocupado por los más pobres. Muchas veces en las vacaciones familiares acabábamos buscando chinches o arañas o encontrando nuevos pacientes”

Iania Velasco

“Después de tu partida fuimos a tu consultorio para ordenar tus cosas, y nos dimos a la labor de terminar con más de 30 años de tu vida en ese lugar donde te sentiste tan seguro y feliz como en casa. El lugar donde te permitías ser tú mismo.

Abriendo los cajones de tu escritorio encontramos plumas de ave desperdigadas entre los papeles. Me pareció algo extraño y al mismo tiempo mágico. Después me enteré de que las coleccionabas porque decías que con ellas te sentías en libertad. Y te imaginé en ese momento, libre de todas las preocupaciones de la vida, con una pluma entre los dedos” (Figura 5)

Mariana Velasco

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Figura 5. Oscar Velasco, incansable escritor e investigador.

“Fue una gran pérdida la partida del Dr. Oscar Velasco Castrejón, un gran experto en Medicina Tropical. Siempre admiré al gran clínico que fue, su entrega hacia sus pacientes y a su profesión. Agradezco su amistad. Él murió como siempre lo deseó, trabajando hasta el último día de su vida. Honremos su memoria. QEPD”

Beatriz Rivas

“Singular persona, avezado clínico en enfermedades infecciosas, agudo conocedor de los males del alma, considerando que si esta no sanaba el cuerpo tampoco sanaría. Maestro de muchos, refrendó en mí el ánimo de la irreverencia y el escepticismo cuando fuera necesario ¡Fue una oportunidad de la vida haberle conocido!

Pedro Rodríguez

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