AR_1126_SindromeTourette

Síndrome de Gilles de la Tourette: revisión descriptiva

Erika Vanesa Bermont-Herrera1, Jessica Juárez-Martínez1, Anette Alejandra Rosaldo-Rodríguez1, Nina Méndez-Domínguez2*

1Facultad de Medicina. Universidad Autónoma de Yucatán. 2Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán.

Historial del artículo

Recibido: 17 ene 2023

Aceptado: 25 abr 2023

Disponible en línea: 1 may 2023

 

 

Palabras clave

Síndrome de la Tourette, adolescente, redes sociales

Keywords

Tourette Syndrome, adolescent, social networking

Copyright © 2023 por autores y Revista Biomédica.

Este trabajo está licenciado bajo las atribuciones de la Creative Commons (CC BY).

http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

 

*Autor para correspondencia: Nina Méndez-Domínguez, Hospital Regional de Alta Especialidad de la Península de Yucatán. Calle 7 # 433 x 20 y 22 Fracc. Altabrisa. C.P. 97130. Mérida, Yucatán. Tel. (999) 942-7600 ext. 52001 / 52002.

E-mail: nina.mendez@salud.gob.mx

https://revistabiomedica.mx.

abstract

  1.  

Gilles de la Tourette syndrome: A descriptive review.

In 1885 Gilles de la Tourette first described Tourette’s syndrome which he identified in three patients whose behavior was atypical given the unusual motor manifestations they exhibited as part of their condition. In post-pandemic times and even in the face of the vertiginous advances of medical science, it is important to revisit the foundations for the clinical suspicion of Tourette syndrome even more so in the face of the viral turnover of its manifestations through social networks. Therefore, the aim of the present article is to review the clinical manifestations suggestive of Tourette syndrome and its diagnostic differentiation. Descriptive review based on the search engines PubMed, Ebsco, and Google Scholar. Results. Tourette syndrome is a neurodevelopmental disorder that is characterized by manifesting itself in young people, certain aspects that are considered triggers and behaviors that identify it can manifest in isolation, so its treatment depends on a correct and timely diagnostic discernment. Tourette syndrome includes signs and symptoms that seem to become more common when imitating normalized behaviors on social networks but differ from the syndrome by their isolated and refractory nature.

RESUMEN

En 1885 Gilles de la Tourette describió por primera vez el síndrome de la Tourette que identificó en tres pacientes cuya conducta resultaba atípica dadas las manifestaciones motoras inusuales que exhibían como parte de su padecimiento. En tiempos de la postpandemia y aun ante los vertiginosos avances de la ciencia médica, es importante revisar los fundamentos para la sospecha clínica de síndrome de la Tourette, más aún ante la viralización de sus manifestaciones mediante las redes sociales. Nos planteamos como objetivo revisar las manifestaciones clínicas sugestivas del síndrome de la Tourette y su diferenciación diagnóstica. Se llevó a cabo una revisión descriptiva basada en los motores de búsqueda PubMed, Ebsco y Google Scholar. El síndrome de la Tourette es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por manifestarse en población joven, ciertos aspectos que se consideran desencadenantes y conductas que lo identifican pueden manifestarse de manera aislada, por lo que su tratamiento depende de un correcto y oportuno discernimiento diagnóstico. En resumen, el síndrome de la Tourette incluye signos y síntomas que parecieran hacerse más comunes ante la imitación de conductas normalizadas en las redes sociales, pero se diferencian del síndrome por su aparición aislada y refractaria.

INTRODUCCIÓN

Con la llegada de la pandemia por COVID-19 se observó en TikTok, una red social a través de la cual los usuarios crean y comparten videos cortos en un perfil o página, un desarrollo abrupto de comportamientos similares a los tics del síndrome de la Tourette (ST) entre los usuarios. A este conjunto de movimientos y sonidos parecidos a los tics, se les dio el nombre de TikTok Tics (1, 2).

Una de las principales consecuencias de la pandemia por COVID-19, ha sido la gravedad de las enfermedades neurológicas crónicas, debido al fuerte trauma que presentaron personas en confinamiento o aislamiento social, lo que posiblemente haya servido como un desencadenante de los tics de TikTok, aunado a la popularidad que adquirió dicha red social durante la pandemia (1, 3). De esta manera los TikTok tics, son un ejemplo de la antes llamada histeria colectiva, hoy conocida como enfermedad sociogénica masiva. Se trata de comportamientos, emociones o condiciones que se propagan espontáneamente a través de un grupo o red social (1, 2).

Los tics de TikTok, son distintos de los que normalmente se observan en los pacientes con ST. En primer lugar, la mayoría son severos y frecuentes, algo que en el ST sólo se remite a los casos más extraños; también, los presentan mayormente adolescentes, y en esta etapa de la vida en el ST los tics tienden a mejorar (3). Lo más curioso es que la mayoría de los tics entre los usuarios de TikTok se repiten o son muy parecidos, no hay mucha variedad; por ejemplo, la coprolalia y copropraxia están marcadamente presentes, mientras que en el ST se consideran tics atípicos o poco frecuentes (1, 2, 4). Es importante resaltar que las redes sociales implican un riesgo para los adolescentes al tratar temas de trastornos del neurodesarrollo como el ST, por ello debe haber vigilancia parental que es fundamental para generar un criterio en la población joven expuesta a las redes sociales y el internet; sin embargo, los signos aislados o tics esporádicos no constituyen por sí mismos el ST, lo cual debe tenerse presente para ofrecer un manejo profesional adecuado.

El ST, es un trastorno del neurodesarrollo, que se caracteriza por la presencia de múltiples tics motores y vocales. Se inicia comúnmente en la infancia, etapa donde hay mayor gravedad y los síntomas van disminuyendo progresivamente de la adolescencia a la adultez (5). Es común que los niños con ST manifiesten otras afecciones neuropsiquiátricas, entre las que destacan: el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) con o sin trastorno del espectro autista (TEA), ya que según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) ambos se pueden diagnosticar de manera simultánea (6), además de que puede coexistir con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno de ansiedad o el trastorno de oposición desafiante (OD) (7).

El diagnóstico del ST debe hacerse de acuerdo con los criterios más recientes del DSM-5, entre los cuales se incluyen la exclusión de fenómenos semejantes a los tics y tics secundarios (8-13). El denominado trastorno de Tourette en el DSM-5, no siempre se diagnostica de la manera correcta, porque un gran porcentaje de los casos tienden a ser leves y la severidad de los tics tiende a hacerse menos notoria con la edad (14).

Los eventos ocurridos durante la contingencia sanitaria y el confinamiento por COVID-19, en relación con las condiciones de salud de la sociedad contemporánea, particularmente en los tiempos de la postpandemia, nos invitan a revisar el devenir histórico y el avance de la ciencia médica desde la primera identificación del ST y hasta el apogeo de las redes sociales en el confinamiento y después del mismo, en el que las conductas y comportamientos imitados de las redes sociales parecen compatibles con el ST (15, 16) . El presente artículo tiene como objetivo revisar las características del ST, así como su abordaje diagnóstico y terapéutico.

Se realizó una búsqueda en las bases de datos PubMed y EBSCO, así como el buscador Google Scholar con las palabras clave “Tourette SyndromeSigns & Symptoms” AND “Diagnosis” en inglés y español. Los artículos resultantes fueron incluidos cuando se encontraron con acceso abierto en orden de aparición por criterio de relevancia hasta completar la presente revisión.

Historia

La enfermedad fue nombrada por Jean M. Charcot en honor a su discípulo Albert Édouard Gilles de la Tourette, un médico francés residente de neurología, quien publicó en 1885 el artículo “Jumping, latah and myriachit”, en el que describió a tres pacientes con afecciones de movimientos espontáneos; tales como el salto, la ecolalia y la ecopraxia, que consistían en repetir la última palabra o frase escuchada y hacer imitaciones de los movimientos de otros, respectivamente. Esto sucedió debido a que, Charcot y Tourette querían reclasificar todos los desórdenes del movimiento, que se asociaban a corea o histeria (8, 9).

La corea o Chorea sancti viti, del latín Baile de San Vito, es un trastorno del movimiento hipercinético irregular y rápido que, al contrario de los tics, no se controla con el esfuerzo voluntario. Se describe como un movimiento rápido, de sacudida, irregular, que se presenta en la porción distal de las extremidades o cara, pero que también puede afectar a la parte proximal de las extremidades y el tronco (10). Por su parte, la histeria viene del griego hysteron que significa útero. Según la teoría de Sigmund Freud, los síntomas son la respuesta a un conflicto inconsciente de la persona que puede corresponder a neurosis de origen en un incidente sexual (11), pero hoy se reconoce como probable, que su etiología radique en una disfunción de los circuitos cortico-estriado-tálamo-corticales (CETC), con una función anómala de los neurotransmisores de estos circuitos CETC, principalmente la dopamina (12).

Etiología

Las variantes de secuencia y número de copias de novo están fuertemente asociadas con el trastorno de Tourette e implican la polaridad celular en la patogénesis. Se demostró que este tipo de mutaciones afectan en mayor medida a pacientes sin antecedentes familiares (13, 14), es decir ambos padres no están afectados de trastorno de tics en comparación con pacientes que sí cuentan con antecedentes positivos del mismo (15, 16). Se ha identificado la existencia de un gen de alta susceptibilidad al ST, el CELSR3, que tiene más probabilidad de afectar a los genes implicados en la polaridad celular (17).

Manifestaciones clínicas

Lo que caracteriza al ST son los llamados tics. La palabra tic deriva del vocablo francés tique, que es una contracción muscular repentina, sin rumbo fijo, rápida y rígida. Así, se pueden definir a los tics como movimientos o vocalizaciones súbitas, arrítmicas, rápidas y recurrentes. Generalmente, son involuntarios, pero, pueden llegar a controlarse en ciertos periodos (5, 18, 19).

En el ST coexisten los tics motores y los vocales, los primeros son contracciones rápidas de los dedos, la cara, el cuello, los hombros, el tronco y las extremidades. Por su parte, los vocales son debidos a la contracción de la orofaringe, la garganta y los músculos respiratorios y el sonido se produce a través del flujo de aire en la nariz, la boca y la garganta (19, 20).

Los tics motores o vocales se pueden subclasificar en simples o complejos, según la duración, la parte del cuerpo o grupo de músculos involucrados. Los simples, son de corta duración (milisegundos) con la ejecución de un simple movimiento o sonido. Los tics complejos tienen una duración más prolongada (segundos), activan más grupos musculares, pueden ser una combinación de tics simples y los movimientos son dirigidos a un objetivo o con un propósito o sonidos de palabras o frases (5, 20-22).

La gravedad de los tics, se vincula a los grupos musculares involucrados y las vocalizaciones tienden a ser cambiantes con el tiempo. Aproximadamente, el 45% de los pacientes perciben que sus tics se asocian con una sensación muy particular que los precede y se trata del impulso premonitorio, éste se define como la sensación incomoda de prurito, presión o tensión, que se alivia temporalmente después de ejecutar el tic. Es muy común que el impulso premonitorio resulte más angustioso y perjudicial para los pacientes que el propio tic, razón por la cual, son un objetivo importante para la terapia conductual (10-23).

Criterios diagnósticos

Para diagnosticar ST, se consideran los criterios del DSM-5, que se basan en la presencia de tics motores o fónicos, los cuales a su vez pueden categorizarse en simples o complejos (24). Los tics son movimientos o sonidos repentinos que se hacen de manera repetitiva. Las personas con ST pueden tener varios tics a lo largo de su vida, pero, en cualquier caso, estos pueden expresarse de manera característica, mayormente son involuntarios, pero se pueden suprimir voluntariamente en ciertos periodos (5) (Tabla 1).

Tabla 1. Criterios diagnósticos de la Tourette y escalas para establecer el diagnóstico

Criterio

Aspectos a evaluar

Tics simples y complejos

Tics fónicos

Presencia de tics motores o fónicos

Simples

Complejos

Duración

Edad de comienzo

Ausencia de otra causa

Trastornos

Anomalías

Abuso de sustancias ilícitas

Simples

Parpadeo

Levantamiento de cejas

Movimientos bruscos de cabeza

Protrusión de la lengua

Simples

Olfatear

Toser

Bostezar

Sonidos sin sentido

Complejos

Ecopraxia

Copropraxia

Conductas autolesivas

Complejos

Gruñidos

Carraspeos

Gritos

Ladridos

Ladridos

Coprolalia

Ecolalia

Verbigeración

Fuente: Las autoras con base en los criterios DSM-V

Los tics motores simples afectan cualquier parte del cuerpo, pero mayormente se presentan en la cara, ya sea como parpadeo, levantamiento de cejas, movimientos bruscos de la cabeza o protrusión de la lengua. Por otro lado, algunos pacientes pueden manifestar tics motores complejos, entre los cuales están:

  • Ecopraxia: repetición involuntaria de la imitación de los movimientos corporales observados de otra persona.
  • Copropraxia: realizar gestos obscenos o socialmente inapropiados involuntariamente.
  • Conductas autolesivas: morder y golpear objetos o personas. Se ha interpretado como una forma de liberar ciertas tensiones del sujeto.

 

Para diagnosticar este síndrome, también se requiere que el paciente presente o tenga antecedentes de tics fónicos simples comunes, entre los que están: olfatear, toser, bostezar o sonidos sin sentido. Los tics fónicos complejos incluyen vocalizaciones como gruñidos, carraspeos, gritos y ladrido que se pueden presentar como:

 

  • Coprolalia: caracterizada por el uso involuntario de palabras obscenas o de palabras socialmente inadecuadas.
  • Ecolalia: relacionada con repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar él mismo.
  • Verbigeración: caracterizado por repetir involuntariamente una palabra o frases enteras incoherentes y sin continuidad (25).

 

Una característica que diferencia al ST de otros que también presentan tics, es que tanto los tics motores como los fónicos deben estar presentes. La prevalencia del ST oscila, entre el 0.3 % y el 1 % (13). Finalmente, el curso de los tics en el ST es típicamente creciente y menguante con respecto a la frecuencia, el número, la intensidad, la complejidad y la fenomenología. La edad típica de aparición de los tics es de seis a siete años (26). Es menos probable que los tics empiecen en la adolescencia o en la vida adulta, y si se presentan, es muy probable que se asocien a la exposición a drogas o como resultado de daño cerebral (24).

Instrumentos y escalas para el diagnóstico de ST

Las escalas que se recomiendan seguir para diagnosticar ST son varias, entre las que destacan, la escala global de gravedad de tics de Yale (YGTSS, por sus siglas en inglés) es la más implementada en todo el mundo y recomendada por las pautas internacionales de ST. La YGTSS, desarrollada sobre la base de la escala global del síndrome de la Tourette, presenta una ventaja importante en comparación con otros instrumentos; por ejemplo, la infrapuntuación total (motora + fónica) de la gravedad de los tics puede identificar exacerbaciones clínicamente significativas de los tics. Entre otras escalas que existen y también se recomiendan están: la escala de gravedad TS de Shapiro y la impresión clínica global de TS. Cabe mencionar que pueden considerarse menos completas que la YGTSS y no abarcan todas las dimensiones de los tics, pero son más rápidas y fáciles de evaluar, éstas se listan en la tabla 2 (20).

 

Tabla 2. Escalas recomendadas para diagnosticar síndrome de la Tourette.

Instrumento

Objetivo

Dimensiones que evalúa

Escala global de gravedad de tics Yale (YGTSS)

Escala clínica con el objetivo de medir la gravedad de los tics

Número

Frecuencia

Intensidad

Complejidad

Interferencia

Deterioro general

Escala de gravedad TS de Shapiro (STSS)

Escala clínica que evalúa la gravedad e interferencia de los tics.

Intensidad

Interferencia

Impresión clínica global de TS (TS-CGI)

Escala clínica para clasificar la gravedad de los síntomas.

Impacto adverso general.

No evalúa las dimensiones individualmente.

Fuente: Las autoras con base en la presente revisión.

Diagnóstico diferencial

Toma en cuenta las entidades que comparten los síntomas del ST. Existen distintas pruebas que se requieren hacer para descartar ciertas causas y determinar si se necesitan más exámenes. Pueden presentarse movimientos anormales que acompañen a otras afecciones y el trastorno con movimiento estereotipados (5); como son:

  • Estereotipias motoras: se definen como movimientos involuntarios rítmicos, repetitivos y predecibles, que parecen ser a propósito pero que no tienen ninguna finalidad y que se detienen con la distracción. Entre los ejemplos están: rotar o agitar la mano, mover los dedos o los brazos en forma de aleteo. Se pueden diferenciar de los tics por la edad de comienzo más temprana.
  • Corea: se caracteriza por movimientos de duración breve, rápidos, impredecibles, aleatorios, los cuales la mayoría de las veces son bilaterales y afectan a todas las partes del cuerpo.
  • Distonía: caracterizado por contracciones musculares involuntarias que ocasionan movimientos repetitivos o de torsión.

 

En el 80% de los pacientes pueden coexistir morbilidades psiquiátricas, presentando uno o más trastornos. Los trastornos psiquiátricos que con mayor frecuencia coexisten con el ST son: el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastornos del sueño, trastornos de ansiedad y trastornos depresivos, los ataques de ira y comportamiento autoagresivo (19, 27, 28).

  • TOC: se caracteriza por pensamientos recurrentes e incontrolables (obsesiones) que pueden llevar a las personas a tener comportamientos repetitivos (compulsiones). Los criterios del DSM-5 para el TOC requieren que las obsesiones, las compulsiones o ambas ocupen al menos una hora al día o causen un malestar clínico (25).
  • TDAH: caracterizado por un patrón duradero de dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad. Los síntomas suelen preceder a la aparición de los tics entre dos y tres años. Esto puede contribuir al ST, a la agresividad, los comportamientos perturbadores, los problemas con la función ejecutiva, así como a las deficiencias funcionales (29).
  • Trastornos de ansiedad, depresión e ira: se presentan preocupaciones y miedo intensos, excesivos y continuos ante situaciones cotidianas, estados de ánimo bajos y cambios de humor en la persona. La presencia de depresión en pacientes con ST se ha correlacionado positivamente con un inicio más temprano, una mayor severidad y duración de los tics (19).

Tratamiento

Respecto al tratamiento con medicamentos del ST, debe enfocarse a reducir o suprimir los tics, apoyar la adaptación de la persona y favorecer su proceso de desarrollo. Existe una variedad que se utilizan y mejoran el curso de la enfermedad (27). Los médicos deben indicar a las personas con tics y TDAH comórbido que los agonistas adrenérgicos α2 que pueden brindar beneficios para ambas afecciones, por ello, la clonidina y la guanfacina, son los principales medicamentos con efectos benéficos para uno y otro trastorno. El efecto parece aumentar en niños, particularmente aquellos entre los nueve y 11 años con tics y TDAH en comparación con individuos jóvenes con tics y TDAH, pero siempre debe tomarse en cuenta que la retirada brusca de los agonistas adrenérgicos α2 puede causar hipertensión de rebote (31, 32).

El tratamiento se complementa con antipsicóticos, ya que actúan modificando y moderando la comunicación entre las neuronas, permiten controlar los tics motrices y los verbales en adultos y niños con síndrome de la Tourette. Entre ellos están el haloperidol, la risperidona, el aripiprazol y la tiaprida probablemente, la pimozida, ziprasidona y metoclopramida. Existe un mayor riesgo de trastornos del movimiento inducidos por fármacos con haloperidol, pimozida y risperidona; de aumento de peso con risperidona y aripiprazol; de somnolencia con risperidona, aripiprazol y tiaprida; de prolactina elevada con haloperidol, pimozida y metoclopramida. Los efectos adversos varían según el agente y la dosis. Los médicos deben de monitorear la efectividad y seguridad de los medicamentos recetados (33).

Las inyecciones de toxina botulínica con onabotulinumtoxina tienen más probabilidades de reducir la gravedad de los tics en adolescentes y adultos. Los efectos duran entre doce y dieciséis semanas, por lo cual el tratamiento debe repetirse después de ese periodo. Las inyecciones se toleran bien y son un tratamiento eficaz para los tics motores y fónicos en pacientes con ST. Los sitios de inyección dependen de los tipos específicos de tics y de las partes del cuerpo involucradas. Las complicaciones suelen ser leves y transitorias. La hipofonía tiende a ser un efecto secundario común de las inyecciones de toxina botulínica en los músculos laríngeos para los tics vocales (34).

Los medicamentos a base de cannabis, principalmente el δ-9-tetrahidrocannabinol (THC) y el dronabinol, podrían ser eficaces para reducir la gravedad de los tics en adultos con ST (EVID). Pero no hay pruebas suficientes para determinar la eficacia de los nabiximoles, la nabilona y el cannabidiol, así como las diferentes cepas de cannabis medicinal (32). Su consumo se asocia con un mayor riesgo de eventos adversos a corto plazo como lo son mareos, sequedad de boca y fatiga. No existe evidencia de que estos puedan inducir la adicción a los cannabinoides. Sin embargo, no pueden emplearse en niños y adolescentes, tampoco en mujeres gestantes, pues sus efectos a largo plazo y durante el crecimiento son desconocidos y su consumo implica aspectos éticos y legales (35, 36).

Por su parte, el topiramato puede ser una alternativa para pacientes con tics leves pero molestos que no obtienen una respuesta satisfactoria o experimentan efectos adversos con otros tratamientos y es bien tolerado a dosis bajas de 25 a 150 mg/día. Pero debe considerarse que entre sus efectos adversos pueden estar los problemas del lenguaje y cognitivos, somnolencia y aumenta el riesgo de perder peso y formar cálculos renales.

Las escalas de clasificación permiten evaluar la presencia y severidad de las manifestaciones del ST, así monitorizar la evolución de los pacientes, se emplean comúnmente en el seguimiento clínico. Existen distintas escalas de calificación disponibles para medir la gravedad de los tics como lo es la escala global de gravedad de tics de Yale, la cual es la más implementada en la actualidad.

El ST es una condición incomprendida en muchos de los casos, incluso estigmatizada, porque automáticamente se clasifica a los niños que lo padecen como si vivieran con algo malo o negativo en sus vidas. Por ello, es tan importante proporcionar información educativa a los pacientes y las personas que los rodean, ya sean casa o la comunidad escolar y comprenderlo como parte del tratamiento no farmacológico (37, 38).

La terapia conductual representa un medio seguro para mitigar los síntomas de los tics y la comorbilidad del ST y de esta manera, mejorar la función social (18). La intervención conductual integral para tics (CBIT), se recomienda como tratamiento inicial no invasivo para el ST (32). CBIT engloba tres tipos de terapia que anteriormente estaban separadas, incluyendo el entrenamiento de reversión de hábitos (HRT) el de relajación y la intervención funcional para abordar situaciones que mantienen o empeoran los tics (RELA) (16, 31, 32, 39).

En la CBIT, se entrena a los pacientes para que tengan un comportamiento competitivo al momento en que se presenta el impulso premonitorio del tic. Básicamente, se les entrena para que sean conscientes de sus tics, esto con la ayuda de estrategias conductuales para reducirlos (18, 31, 39). Inicialmente, el esquema se proporcionaba en ocho sesiones impartidas durante diez semanas, ahora se han reducido a cuatro sesiones impartidas durante tres meses y en algunos casos, las sesiones se condensan en una semana. Dichas modificaciones, exhiben la misma eficacia que el modelo tradicional y muestran la ventaja de la accesibilidad en lugares donde no existen muchos profesionales capacitados en CBIT (15, 40, 41).

El modelo de terapia conductual ha sido blanco de críticas, entre las que se encuentran que sólo funciona en pacientes con tics leves, que se requiere un esfuerzo considerable por parte de los pacientes, que las mejoras en los tics son mínimas y que no perduran; también, que la CBIT a la larga, solo sustituye o empeora los tics (15, 42). No está demostrado que la CBIT mejore la comorbilidad psiquiátrica, sin embargo, sí reduce la frecuencia y la gravedad de los tics con una mejoría a largo plazo (15, 43). Las principales desventajas que presenta este modelo de terapia incluyen: la falta de profesionales capacitados, el tiempo que demanda, la poca automotivación y el incumplimiento que pudieran presentar los pacientes y/o sus familiares (31, 44).

Para que el manejo del ST sea óptimo, éste debe tener un enfoque multidisciplinario, para lograr una atención completa dirigida a la mejora en la calidad de vida de los pacientes. Es imperativo que el médico general proporcione información que facilite la comprensión de la enfermedad para los pacientes y sus familiares (29, 35). También es importante que exista una comunicación continua con el ambiente escolar de los niños, para que estos no sufran comentarios ofensivos o malos tratos debidos a la falta de información del síndrome por parte del personal educativo o compañeros (19, 31, 32).

Se considera de suma importancia el manejo integral por parte del departamento de psiquiatría y psicología; en primera para que el diagnóstico sea completamente validado y en segunda, para que se evalué si es necesario que se inicie con tratamiento farmacológico o se considere iniciar con tratamiento no farmacológico (19). 

El apoyo de las familias se considera la base del tratamiento para que éste funcione. Sin importar por cual se opte, es necesario que los cuidadores de los pacientes estén 100% comprometidos a estar con ellos en cada paso que se dé, que exista una vigilancia estrecha para que los niños no se lastimen al momento de ejecutar el tic, para que acepten y comprendan de la mejor manera su condición, también para que los ayuden a adaptarse a las situaciones cotidianas (19).

La evaluación del efecto del tratamiento sobre la gravedad de los tics en los ensayos se mide mediante dichas escalas. Si bien los medicamentos, la terapia conductual y la neuroestimulación mediante estimulación cerebral profunda pueden dar como resultado una reducción significativa de los tics, estas intervenciones rara vez dan como resultado la desaparición de los tics (30).

Conclusión

Hemos descrito que las características del ST pueden manifestarse de manera distinta en las diferentes etapas de la vida y que las situaciones desencadenantes pueden afectar la frecuencia y magnitud de los signos y síntomas que lo caracterizan. Ante la pandemia por COVID-19 en vinculación con el aislamiento social, la frecuencia de su presentación en población joven usuaria de las redes sociales pareció incrementar; sin embargo, no todos los tics motores y verbales constituyen por sí mismos el ST, su diagnóstico diferencial debe abordarse con criterios estandarizados, ya que de ello depende el tratamiento farmacológico y/o no farmacológico.

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